Línea de Crédito vs. Factoraje
- Kenny Salas, Co-Fundador de Camino Financial
- Jul 20, 2015
- 3 min read

A medida que las empresas crecen, a menudo necesitan mayores cantidades de efectivo para financiar sus operaciones del día a día. Estos negocios pueden ser rentables, pero no son capaces de cerrar la brecha en el flujo de caja cuando pagan sus obligaciones, y cuando sus clientes comerciales les realizan sus pagos. Este desafío es grave para las pequeñas empresas, dado que no cuentan con un gran poder de compra para sus proveedores, que les requieren que paguen en menos de 30 días. La diferencia entre los días necesarios para pagar sus facturas comerciales y los días que toma en que sus clientes paguen es conocida como déficit de financiación del capital de trabajo.
Financiamiento Tradicional: Línea de Crédito (LDC)
El modo tradicional para cerrar la brecha es obtener una línea de crédito (LDC) por parte de un banco. Las LDC son esencialmente tarjetas de crédito garantizadas por activos de una empresa. A mayor cantidad de activos que posea, mayor será la LDC que pueda obtener. A diferencia de las tarjetas de crédito, una empresa puede retirar dinero en efectivo de su cuenta y se le cobrarán intereses sobre el saldo pendiente. A su vez, deben pagar una cuota periódica, normalmente menor que la tasa de interés, basado en el saldo no utilizado de la LDC. El desafío de conseguir una LDC es el proceso de solicitud bancario. Un proceso típico toma más de dos meses y demanda mucha atención en la preparación de los papeles por parte del dueño de negocio.
La Alternativa: Factoraje
El factoraje es una estrategia de financiación alternativa en la cual una empresa vende sus cuentas por cobrar (por ejemplo, facturas) a una tercera parte (llamado factor) con un descuento. Las empresas de factoraje son compañías que cuentan con el respaldo de inversores privados; y por lo tanto, son en gran parte no reguladas y más empresariales. En lugar de garantizar sus bienes, las empresas de factorización compran sus cuentas por cobrar y le pagan normalmente entre un 70% y 90% del saldo impago. Los factores retienen el saldo restante como una reserva, hasta que los clientes paguen sus facturas. Las empresas de factoraje cobran tarifas que oscilan entre el 1% y el 6% del total de las facturas (los descuentos). Los beneficios de la factorización es que proveen dinero inmediato para extracciones de cuentas por cobrar, realizan los procesos de solicitud con mayor simpleza que los bancos, recaudan las facturas en su nombre (lo que le ahorra mucho tiempo), y las empresas de factoraje aseguran el riesgo de no recibir los pagos de facturas. Muchos dueños de pequeñas empresas creen que dichos servicios de “valor agregado” valen la pena la prima de la tarifa. El factoraje es usualmente más caro que la LDC. Un descuento del 2% para una factura que vence en 30 días equivale a una tasa porcentual anual (TPA) del 24% (2% * 12 meses).
¿Cuál es Mejor?
Como en todas las decisiones financieras, DEPENDE. Solamente por el hecho de que el factoraje puede producir una tasa porcentual anual por encima del 20%, no significa que deba desacreditar inmediatamente la opción. Tome un escenario en el que un proveedor de un artefacto gana un contrato para vender su producto a un cliente grande que genera $500.000 en ganancias. A fin de cumplir con el contrato, el proveedor necesita invertir $50.000 para producir el producto en dos semanas. ¿Va a poner en riesgo perder la cuenta por $10.000 (20% de $50.000)? En la medida en que el proveedor cuenta con tiempo y tiene sus finanzas en orden, una LDC puede ser la opción más rentable aún cuando no provea seguro sobre las facturas del cliente.
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